Los sesgos son bastante llamativos en general, pero uno que siempre me hizo mucha gracia es aquel que nos hace ver por todas partes algo que guarda relación con nosotros mismos. Por ejemplo, cuando te gusta alguien ves u oyes su nombre en todas partes. En realidad se dice o se escribe lo mismo que cuando a ti esa persona no te interesaba, pero para ti está más disponible.
Otro ejemplo y que es el que motivó estas líneas es el de ver siniestros de avión por todas partes cuando tú tienes que coger uno en breve. O de tren, si es ése el medio que vas a usar, etcétera. A veces ese sesgo no hace sino alertarnos sobre algo que posiblemente tememos, así como los ansiosos están excesivamente atentos a los peligros o potenciales peligros de su alrededor.
Sea como sea, y aun sabiendo que se trata de una pequeña treta de nuestro cerebro, siempre me resultan interesantes los sesgos. De algún modo te hacen sentir especial, como si lo que te pasase tuviese algún tipo de repercusión en el resto del mundo. Eso es interesante, porque aunque sé que al resto del mundo le da igual mi vida, siempre le influirá de uno u otro modo, y yo, sea de verdad o de una forma tan indirecta como la que tiene el mundo de repercutir en mí, lo puedo cambiar a él. O, mejor dicho, mi cabeza me lo puede cambiar a mí.