viernes, 10 de abril de 2009

Violación

Es difícil convencer a los demás de algo cuando ni uno mismo se cree lo que dice, pero al fin y al cabo la gente tiene como principal referencia sobre lo que sentimos, pensamos o simplemente vivimos lo que nosotros le contamos. Si eso no coincide con la realidad, corremos el riesgo de que el receptor de nuestros mensajes entienda justamente lo que ahí pone, sin entrar a cuestionarse que pudiera ser mentira, pues alguna gente suele dar por hecho que los demás dicen siempre lo que piensan, a pesar de que con el paso de los años uno se va dando cuenta de que eso no es así. De hecho, pocos lo hacen.

Muchas veces. Muchísimas veces hemos entendido algo que preferiríamos no haber captado, y tratamos de darle vueltas para encontrarle el sentido que nos gustaría que tuviese, o si no, por lo menos, el que consideramos que sería lógico que tuviera. Y ponemos todas nuestras esperanzas en haber entendido algo mal. Inventamos una fabulosa historia de por qué alguien nos ha dicho algo que empieza teniendo un poco de sentido y, en unos pocos detalles más, se acaba convirtiendo en una producción que se aleja hasta de las que se proyectan en las salas de cine.

Tantas otras veces esas esperanzas se han ido en menos de la mitad del tiempo que nos llevó crearlas. Por desgracia para nosotros no entendimos nada mal, o al menos no tenemos indicio alguno de que eso sea así, lo que nos lleva irrevocablemente a desechar las fantasías que nos habíamos creado, y también a dejar progresivamente de construir nuevas.

Por eso falla tantas veces todo. Muchos creen algo, dicen lo contrario, y actúan como si todo les fuese indiferente. Y no es verdad, o algo hay que nos lo dice, pero no nos dan indicios. O os cansamos de esos malditos indicios, y de tener que estar interpretando todo lo que nos dicen para acabar equivocándonos de todas formas: creyéndolo o con lo que pensamos que significa, porque seguramente su verdadero sentido difiere considerablemente tanto de una cosa como de la otra.

Todo porque la gente no habla claro. Todo porque se acaba acostumbrando a tener a alguien al otro lado tratando de desencriptar sus mensajes cifrados. Todo porque no entienden o no les da la gana de respetar el principio de calidad y lo violan. Sin él, la comunicación falla. Y cuando falla durante tanto tiempo al final se termina de romper.