A veces me pregunto qué es más duro: no tener nunca algo que deseas o tenerlo durante un tiempo y después perderlo. Imagino que los que nunca lo han tenido ven claro que es preferible poder al menos disfrutarlo aunque no sea para siempre... pero también entiendo que los que lo han perdido y saben qué es echar de menos algo que una vez tuvieron, envidian a los que están acostumbrados a vivir sin ello.
En realidad supongo que nada es mejor que lo otro. Cada situación tiene sus ventajas y también sus inconvenientes, y estos últimos son el precio que pagamos por aquellas primeras. Lo malo es que uno normalmente se olvida de que siempre hay otro que posiblemente le envidie del mismo modo que él envidia a otra persona, aunque sea sólo envidia de esa que llamamos "sana".
Perdemos tanto tiempo pensando en lo que no tenemos o en lo que hemos perdido que solemos olvidar todo con lo que sí contamos, así que si me preguntan qué es peor, creo que debería decir que lo peor es quejarse demasiado y agradecer demasiado poco.