No importa el tiempo que pase. A veces las dejo de lado durante muchísimo tiempo, incluso años... pero cuando vuelvo a ellas, o cuando ellas vuelven a mí, me siguen atrapando del mismo modo.
Es... apasionante, que te apasione algo. No importa qué sea ni cuántos lo compartan. De hecho, normalmente mi egoísmo alcanza su máximo exponente cuando se trata de mis pasiones. Las quiero mías y para mí, aunque después me preocupe más o menos de que otros las disfruten como lo hice yo, si es que pueden o si es que son capaces.
Ese momento es mío. El placer que me producen, la plenitud que hacen que me invada, la vida que me infunden... Sí, porque a veces parece que esté muerta y sólo rozar una de ellas hace que resucite. Son como un pedazo de mí que se hunde y sale a flote de vez en cuando... Y cuando ven la luz de nuevo me hacen volverla a ver a mí. Me recuerdan quién soy y cómo soy, porque me gusta lo que me gusta y que me guste.