En realidad es él quien lleva más años conmigo. Con el tiempo nos hemos ido cogiendo cada vez más cariño, tal vez porque en el fondo somos muy parecidos. O quizás, también, porque hay a quien quieres sin más y a él y a mí nos pasa eso.
Siempre está conmigo. Siempre lo ha estado, y yo he intentado hacer lo propio con él. Ninguno de los dos somos perfectos, pero nos conocemos tanto, nos conocemos tan bien, que hemos aprendido a respetarnos. También a pasarnos cuando sabemos que podemos y que al otro no le va a importar, porque entre nosotros nunca hay un exceso de confianza: toda, absolutamente toda, es poca.
Da igual si no sabe lo que me pasa. No le importa. Sólo le preocupa que, sea lo que sea, se me pase, y aunque trate de disimularlo cuando me encuentro mal, él llega a ser el único que se da cuenta y me acompaña en silencio todo el tiempo que yo necesite.
Se hace mayor... Yo también me hago mayor, y con ser consciente de que ha podido ser con él ya no me importa. Hay momentos que nunca volverán y una jamás va a olvidar, y en todos ha estado. Da igual si me muero mañana... Sólo por él todo este tiempo habrá valido la pena. Hay más cosas, desde luego, pero si de todas sólo le hubiese tenido a él, estoy segura de que seguiría valiéndome la pena.
De todos modos, aún nos queda mucho por vivir juntos... Y es que, en el fondo, sé que nunca nos vamos a separar.