viernes, 28 de noviembre de 2008

Cae

Cae la lluvia, pero la oigo lejana. A ratos me distraigo y ni siquiera me doy cuenta de que cae en mi ventana. Con lo lejos que pensé que estaba y resulta que me mira a través del cristal.

Se calla cuando sabe que me percaté de su presencia, pero no se va. Me giro, mientras el frío de la noche hiela mis sentidos, y miro en silencio las gotas al otro lado de la ventana. Lentamente empiezan a caer... como lágrimas, que van dejando un surco en el polvo del cristal. Caen débilmente y comienzan a morir más allá de donde mi vista alcanza.

Parece que todo ha acabado, así que me doy la vuelta y doy tres pasos. Durante el tercero, o inmediatamente antes del cuarto, vuelve. Ahora no está lejos, pues oigo cada gota estrellarse contra la ventana, en su intento de alcanzarme, cada vez con más violencia.

Es imposible pretender que no la oigo, pero lo intento. Vuelvo a mi sitio y sigo oyendo llover. Fuerte, cada vez más fuerte. Despacio, cada vez más despacio... Hasta que vuelve a ser como al principio.

Cae la lluvia, pero la oigo lejana... y no te dejaré caer con ella en el olvido.