domingo, 23 de noviembre de 2008

Pérdidas

A mucha gente le cuesta un mundo separarse de los demás cuando son éstos los que deciden alejarse. A mí no suele pasarme. Tengo mucho cambio, pero la indiferencia es una moneda que no puedo aceptar. No, ni siquiera es no querer: no puedo. Yo también sufro cuando alguien a quien quería me da la espalda, pero ese sufrimiento no suele durar demasiado, porque algo dentro de mí me impide querer a alguien que me ha traicionado, que me desprecia o que, simplemente, ya no me quiere.

Quizás sea algo adaptativo... yo no lo sé, pero conozco gente que envidia esa "capacidad", y yo, por mi parte, no logro entender cómo hay otros que se siguen eternamente preocupando por gente que sólo ha sabido darles patadas.

No me importa que me digan que soy fría... Si eso es serlo, se está muy bien en ese palacio de hielo.