viernes, 7 de agosto de 2009

Marionetas

Sefirot no para de repetirle a Cloud que es una marioneta. En realidad no le falta razón, porque aunque él lo haya olvidado sí que fue manejado en el pasado, y su presente se encuentra condicionado por aquella época en que otros tuvieron el control. Lo que pasa es que él, mientras no lo recordaba, no se estaba dando cuenta. En el mundo real, tan distinto de aquel de fantasía -la última aunque séptima de, de momento, trece-, hay muchos Clouds.

Hay gente más y menos influenciable, aunque supongo que todos, aun difiriendo en el grado, recibimos continuamente influencias de nuestro entorno y del exterior. Por ejemplo, una chica puede dejarse continuamente llevar por las modas y ponerse cualquier prenda que en el momento actual se considere "in" y salga en las revistas, pero otra más, digamos, independiente en cuanto a sus preferencias en el vestir, también puede verse influida a la hora de elegir su vestimenta si, por ejemplo, de pronto conoce la existencia de un tipo de ropa o de algún pantalón en concreto porque se lo vio a otra persona andando por la calle. Es obvio que nos pasamos la vida interactuando con otra gente y con el medio y que ello deriva en una mezcla de corrientes de todas partes que se acaban fundiendo en el estilo (más o menos) personal de cada uno. Lo que pasa es que las marionetas, como Cloud al principio, no se dan cuenta. Son a las que más claramente manejan los demás, pero no tienen ni idea.

Cuando la gente está enamorada es cuando, según he ido observando, más fácilmente se convierte en una marioneta. Es tanta el ansia por agradar a la pareja que a veces se acaban calcando todas sus preferencias a fin de tenerla contenta. Mucha gente se encuentra desnuda frente a su amor y completamente a su merced, esperando a que el otro decida qué ropa ponerle o de qué manera manejar los hilos que la mantienen sujeta. Y siguen sin tener idea de que están siendo manejados, y si otro se lo dice incluso se mosquean, hasta que el amor se esfuma y sus hilos se cortan. Entonces vuelven a ser un poco más ellos mismos y se descubren vistiendo una ropa que no es la suya, con unas costumbres que les son ajenas o utilizando un champú que ni siquiera les gusta. Es en ese momento cuando se dan cuenta de que han estado siendo marionetas, y muchos lo seguirán siendo aún mucho tiempo más.