Cuando se es un niño o un adolescente, a menudo uno no se da cuenta de casi nada de lo que sucede a su alrededor. Suele pensar que sí, desde luego, y no es que viva ajeno a lo que le pasa, pero se le escapan muchísimas cosas que sólo con el paso de los años y tirando de recuerdos consigue comprender.
Supongo que eso pasa porque la información que uno tiene del mundo a esas edades es bastante limitada. Nunca se deja de crecer, pero es que tan pequeño uno casi ni ha empezado. Así que imagino que es por eso que el tiempo se espera a que estemos preparados para comprender todo lo que nos ocurre. Lo triste es que a veces esa comprensión llega demasiado tarde.
Tal vez ése sea el precio que uno debe pagar por tardar más de la cuenta en hacerse grande. Quizás por eso las nuevas generaciones quieran crecer tan deprisa, para ser más rápidos que la vida... Pero me temo que eso no sea posible.