A veces el azar nos hace conocer el futuro de los demás antes que ellos mismos. Escuchas una conversación por casualidad, y te enteras antes que el interesado de algo que le afecta directamente.
Si es algo bueno no pasa nada, incluso te alegras imaginando su reacción cuando reciba la noticia, pero si es algo malo da mucha pena pensarlo en cualquier parte, ajeno a lo que se le viene encima y con una sonrisa en los labios que sabes que no tardará en desaparecer.
Pero no podemos cambiar su destino, o al menos no siempre. Tampoco podemos advertirle porque no serviría de nada, y si le van a decir algo malo sí o sí, puede que sea mejor dejarle en la ignorancia un poquito más... Cuando se trata de romper la felicidad de otra persona, es mejor no darse prisa, pero desde luego que a veces es uno mismo el que desearía vivir sin saber ciertas cosas.