Con lo poco populares que son los términos medios y el éxito que tienen. Desde luego que destacan mucho más los extremos, pero al final la gente no suele decantarse por ellos. Aunque por suerte -especialmente para algunos- hay excepciones.
Normalmente nadie quiere retos demasiado fáciles que les aburran ni demasiado complicados que les superen. Tampoco gusta la gente demasiado amable y servicial, porque llega a hacerle a uno sentir incómodo, ni la excesivamente antipática. Ni suele gustar alguien que está todo el día trabajando, como tampoco un vago que no da palo al agua. Ni soso ni salado. Ni calvo ni con tres pelucas.
Y además de gustar más, también son los más comunes. La gente en general no suele tener una vida demasiado diferente a la del resto, pero la mayoría suele pensar o suele querer creer que la tiene. Que vive en esos extremos. Que lo que les sucede es extraordinario, o que su forma de ser es única. Pero la mayoría se equivoca. En realidad casi todos somos más normales de lo que nos gustaría, y aunque muchos creamos lo contrario, la mayoría de las veces nosotros mismos nos quedamos con los términos medios, que tal vez sean menos atractivos o tengan una puesta en escena menos espectacular, pero es mucho más sencillo vivir con ellos.