martes, 9 de febrero de 2010

¿Cuánto quiero que me importes?

Estaría bien que lo que le importase a una persona se pudiese medir, y mucho mejor que fuera posible regularlo. Así no habría engaños, ni dudas, ni confusiones. Dos personas podrían decirse exactactamente cuánto se importan, y ante la disparidad, una de las dos podría decidir que la otra le importase más, o que le importase menos, para compensar. Incluso se podrían poner de acuerdo e ir variando un poco de vez en cuando.

Me pregunto si es posible algo así. Desde luego que no sería fácil, porque al menos yo no decido cuánto me importa algo o alguien. Son cosas que pasan sin querer, y que son provocadas por un conjunto de factores que interactúan de diferentes e infinitas maneras. Pero estaría bien si uno se pudiese proponer que alguien le importase menos y conseguirlo.

Supongo que si uno decide que quiere que otro le importe menos es porque libran en él una batalla cabeza y corazón. El primero cree que esa persona le importa demasiado. El segundo disiente y no puede hacer más que preocuparse por el otro. Si fuésemos capaces de controlar nuestras emociones, si pudiéramos elegir eso, estaríamos dando la victoria a la cabeza. Y si la cabeza necesita asistencia para ganar, es que a uno le domina el corazón. Imagino que porque ahí vive la gente que le importa a uno, aunque esa gente a veces no se dé ni cuenta.