miércoles, 17 de diciembre de 2008

Ochenta

Es la década que me vio nacer. Fue el escenario de parte de mi infancia, de la que no recuerdo nada especialmente negativo ni doloroso... o al menos nada que no pudiera superar cualquiera. Pero, no sé por qué, cada vez que veo películas o escucho canciones ochenteras, me invade una sensación de lo más desagradable... Incluso las que en su momento me gustaban tanto como para verlas u oírlas cada dos por tres.

¿A qué habré asociado todo eso para que me genere malestar? A veces pienso si no habrá algo que yo no recuerde, pero creo que, de existir, no podría ser tan grande como para provocar eso en mí sin hacerse un hueco en mi memoria. ¿O sí? Me temo que nunca lo sabré.

El caso es que es ése el motivo de que no me guste lo viejo. No es un ataque modernista sin sentido, ni que reniegue de todas las cosas antiguas, como la gente tiende a pensar sin hacer ninguna pregunta primero. Es que todo eso me trae algo que no me gusta en absoluto. Decir que es malestar o algo desagradable es lo más que puedo acercarme a describirlo, pero es más que eso... y, como es normal, procuro apartar todo lo que me va a hacer sentir así en la medida de lo posible.